lunes, 29 de febrero de 2016

La puntuación en interrogaciones y exclamaciones



Siguen apareciendo casos de puntuación maligna.

Detrás de los signos finales de interrogación y exclamación no se escribe punto, pues ya lo llevan incluido.

¿Estás seguro de lo que dices?.
¡Segurísimo!.


¿Estás seguro de lo que dices?
¡Segurísimo!

domingo, 28 de febrero de 2016

La coma del anticristo 2



¿Se acuerdan de la coma del anticristo? Pues ha vuelto entre nosotros, pero esta vez está intentando convertir al objeto directo al lado oscuro.

La regla que afecta a la separación del sujeto y el verbo con una coma también afecta al objeto directo:

La media de estudiantes que han faltado a clase ha registrado, un aumento del 15 % durante el último trimestre.
La media de estudiantes que han faltado a clase ha registrado un aumento del 15 % durante el último trimestre.

Ahora que sabemos que ha vuelto, podremos evitar que también lo intente con el objeto indirecto, que tampoco puede separarse del verbo. Sin embargo, los complementos circunstanciales de tiempo, de lugar, etc., sí pueden separarse con una coma, por eso ya no se puede hacer nada por ellos (XD).

jueves, 25 de febrero de 2016

Mi segundo libro


Hola a todos. 

Es un placer anunciarles que ya está a la venta mi segundo libro de ortografía en la web de Amazon, que es continuación del primero. Incluye todos los consejos que hemos visto aquí hasta ahora, más unos ejercicios para practicar la escritura creativa.

Este es el enlace: http://goo.gl/9uNTza

Gracias por formar parte de esto.

miércoles, 24 de febrero de 2016

La coma del anticristo 1



Razón tiene la Fundéu al decir que esta coma es criminal. A mí me gusta ir más allá y llamarla la coma del anticristo. No es correcto separar el sujeto del verbo con una coma. 

A pesar de que al hablar podamos hacer una pausa entre el sujeto y el verbo, en la escritura no podemos separarlos con una coma porque son elementos de la frase que no se pueden separar. Eso es un rasgo oral que se da cuando el sujeto es demasiado largo. Por ello, la frase «Los estudiantes que hayan acabado el examen antes de tiempo ·PAUSA· podrán salir cuando lo hayan entregado» debe escribirse de esta forma:


Los estudiantes que hayan acabado el examen antes de tiempo podrán salir cuando lo hayan entregado.
Los estudiantes que hayan acabado el examen antes de tiempo, podrán salir cuando lo hayan entregado.


Por supuesto, hay excepciones, pero solo tenemos tres: 

—cuando el sujeto es una enumeración larga que termina con etcétera, 
—y cuando después del sujeto hay un inciso o un elemento que necesita dos comas, con las que se incrusta en medio del enunciado como, por ejemplo, una aposición explicativa.
—cuando el sujeto es muy largo, como cuando lleva incluida una frase subordinada. 

La lechuga, las cebollas, los pepinos, etc., están preparados ya para la ensalada.
Mi hermano, que tiene 18 años, va a estudiar Traducción e Interpretación.
La costumbre de poner el Árbol de Navidad en casa durante el mes de diciembre, viene del norte de Europa.

Puntuación y comillas



La puntuación debería escribirse siempre después de haber cerrado las comillas y los paréntesis, nunca antes, incluso aunque el texto entrecomillado o entre paréntesis tenga su propia puntuación. 

«Me voy a comprar
«Me voy a comprar».
Me dijo «ven conmigo
Me dijo «ven conmigo».
Me dijo: «¿Quieres venir conmigo?».
La Torre Eiffel se encuentra en París (Francia).

¿Por qué? Porque el punto —ya sea punto y seguido o punto final— es el que debe cerrar la frase, no las comillas.


martes, 23 de febrero de 2016

Acentuación de las mayúsculas



No nos olvidemos de esto: las mayúsculas SIEMPRE llevan tilde cuando sea necesario que la lleven. 

Antes no se acentuaban porque las primeras máquinas de escribir no permitían ponerles tilde. Por eso la RAE nos «permitía» no ponerles las tildes. 

Sin embargo, las nuevas tecnologías nos permiten ponerles tilde fácilmente, por lo que ya no hay excusa que valga cuando veamos una palabra escrita en mayúsculas y que no tenga tilde si debe tenerla.

Dijistes



Nos pasa que al escuchar siempre el mismo error que terminamos por no darnos cuenta de que realmente es un error y empezamos a perpetuarlo.


Eso es lo que ocurre con la segunda persona del singular del pretérito indefinido dijiste, viste o trajiste, que nunca lleva s al final. Todos lo hemos estudiado en el colegio, pero ¿qué ocurre si constantemente escuchamos en la calle dijistes, vistes» o trajistes y nadie nos dice que están mal? Que vamos a empezar a pronunciarlo con una s final.

Este vulgarismo ya se daba desde tiempos de Cervantes, pero a pesar de lo dilatado de su historia no se ha aceptado nunca. ¿Por qué el hablante entonces añade una s a ese tiempo verbal? Por algo que se llama analogía. La RAE la define como una 'relación de semejanza entre cosas distintas' (http://goo.gl/t5EbsP). Con la excepción del imperativo (canta), todas las segundas personas del singular del paradigma verbal español llevan una s final: cantas, cantabas, cantarás, cantarías, cantes, cantaras, cantases, cantares. Por lo tanto, lo más lógico para el hablante que no recuerde que cantaste no la lleva es colocarle una s final al pretérito indefinido, puesto que todos los demás tiempos sí la llevan.

Pero ¿por qué es diferente ese tiempo en concreto? Porque en latín poseía unas desinencias diferentes de las de los demás tiempos verbales.

lunes, 22 de febrero de 2016

A ver frente a haber



Una pareja de verbos que da mucho la lata y suele confundirse es a ver y haber.

A ver es la combinación de la preposición a y el verbo ver. Se usa para:

—Pedir a nuestro interlocutor que nos deje ver algo: a ver, enséñame lo que has comprado.  

—Para expresar interés por saber algo: a ver cuándo dices la verdad de una vez.
—Para expresar, delante de una oración introducida por la conjunción si, curiosidad, reto, deseo, sospecha...: a ver si adivinas qué me han regalado por mi cumpleaños, a ver si te callas, a ver si recoges tu habitación de una vez.

TRUCO: Si en todos los casos anteriores podemos sustituir a ver por veamos, sabremos que lo hemos escrito correctamente.

Haber es un verbo que en infinitivo se combina con un participio al que sirve de auxiliar. Se usa para formar los infinitivos compuestos de la conjugación: si querías conseguir una entrada, haber venido antes; no es normal que llegue tan tarde, tiene que haber ocurrido algo.

Por lo tanto, es incorrecto escribir haber qué haceshaber si limpias tu cuarto. Lo correcto es a ver qué hacesa ver si limpias tu cuarto.

Ves frente a vez




Seseantes míos, tengan cuidado con confundir el sustantivo vez con el verbo conjugado ves (la segunda persona del singular del presente de indicativo del verbo ver, es decir, tú ves). 

Este error raramente se da en los hablantes que diferencian el sonido /θ/ (el sonido con el que se pronuncia la z) del /s/.


¿Vez lo que has hecho?
¿Ves lo que has hecho?
Es la primera ves que lo veo.
Es la primera vez que lo veo.

domingo, 21 de febrero de 2016

La arroba como neutralizador



No les rechinan los dientes cada vez que ven cosas como l@s niñ@s, l@s amig@s», l@s herman@s, etc.?
  
Los que usan semejantes engendros escritos dicen que el español es sexista y argumentan que cada vez que queramos englobar ambos sexos y no discriminar, deberíamos escribir los niños y las niñas, los amigos y las amigas, la asociación de padres y madres, los profesores y las profesoras, etc., y que, para ahorrarnos tal engorrosa tarea de repetir, escriben una @, que es como una a y una o juntas, o incluso una x (será porque en matemáticas representa lo desconocido...). 

¿Por qué ocurre esto en español? Porque, al no tener término neutro como otros idiomas europeos, tiene que conformarse con algo que se llama término no marcado o no excluyente. Y ocurre que en español el término no marcado ha sido siempre el masculino, el que engloba a los demás. El femenino es el término marcado, porque es el único que sirve para designar al sexo femenino. 

Por lo tanto, lo más correcto para evitar las dichosas repeticiones y esa innecesaria costumbre de explicitar siempre el masculino y el femenino, es escribir en masculino plural SIEMPRE: los niños, los amigos, los padres, los profesores, etc., pues el masculino es el que abarca al femenino.
  
NUNCA, JAMÁS, NEVER EVER —permítanme las palabras en inglés—, hay que usar la arroba con ese fin, pues no es un signo lingüístico, no es una letra. La RAE dice que el uso de la arroba en estos casos da «[…] lugar a graves inconsistencias, como ocurre en ✗Día del Niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño» y no para el femenino niña.

Al contrario que el inglés o el francés, el español es uno de los pocos idiomas que se escriben tal cual como se pronuncian (o al revés). Por lo tanto, si tenemos ese hecho en cuenta, nos encontramos con la inconsistencia de las aberraciones l@s niñ@s y les niños, imposibles de leer entonces. Seguramente, al leer cosas como esa, la tendencia será leerlo como si estuviera en masculino: los niños.

Ay, mis cruzadas personales...

sábado, 20 de febrero de 2016

Del mismo




Deberíamos evitar el uso de esa secuencia en frases del estilo compró un libro y leyó el prólogo del mismo. 

La RAE considera que es superflua y da un giro innecesario a la lengua, pues sustituye a otras palabras que dirían lo mismo de forma más sencilla y más correcta, resultando en una expresión poco cuidada. Es más sencillo decir compró un libro y leyó su prólogo. La solución más común es simplemente usar el adjetivo posesivo su o sus o el sintagma de él o de ellos.

Aquí tenemos otros ejemplos:

Lee las preguntas y anota las respuestas de las mismas en tu cuaderno.
Lee las preguntas y anota sus respuestas en tu cuaderno.

Suba los escalones y, después de los mismos, tuerza a la izquierda.
Suba los escalones y, después (de ellos), tuerza a la izquierda.

Compró un libro y habló del mismo a sus amigos.
Compró un libro y habló de él a sus amigos.

viernes, 19 de febrero de 2016

Escritura de los aumentativos



En la entrada anterior vimos los diminutivos. Ahora les toca a los aumentativos, no podría ser de otra manera.

Al igual que los diminutivos, los aumentativos se unen a la raíz de la palabra a la que modifican y también son varias las terminaciones que pueden tener: -ón, que suele unirse a sustantivos y adjetivos; -azo, que mayormente se emplea solo con sustantivos; -ote/-ota, que suele usarse en nombres y adjetivos aplicados a personas y se da más en México y en Centroamérica.

Hablantes seseantes, cuidado, como en la entrada anterior, pues no es correcto escribir los aumentativos con s cuando hay que escribirlos con z: cochazo/carrazo, gustazo, jefazo, manaza, martillazo, ojazos, tipazo...

Escritura de los diminutivos



Normalmente, salvo algunas excepciones, los diminutivos se forman añadiendo una terminación (o sufijo) al final de un sustantivo, a un adjetivo o a un adverbio (esto último solo en el español de América).

El diminutivo que más se usa en la actualidad es -ito. 

En España, dependiendo de la región, también se usan -ico, -uco, -ín, -ino, -iño, -ejo, -illo y -ete. En la Nueva gramática de la lengua española nos señalan que «en América son menos frecuentes los diminutivos distintos de -ito/-ita: se usan -ejo/-eja en zonas de la Argentina y del español andino; -ingo/-inga en la parte oriental de Bolivia; ­-ico/-ica, sobre todo en el Caribe, con la variante -itico/-itica».

En cuanto a la ortografía, cuidado, amigos seseantes (me incluyo): los diminutivos siempre se escriben con c: fuertecito, jefecito, jueguecito, mesecito, piecito/piececito, suavecito, tecito, viejecito, etc., se escriben siempre con c. 

Por lo tanto, son incorrectas las grafías con s: fuertesito, jefesito, jueguesito, mesesito, piesito/piesesito, suavecito, tesito, viejesito.

Excepción: las palabras que acaben en -s o la tengan incluida en su raíz. Mesa-mesita, mes-mesito, etc.

¿Género o sexo?


A menudo vemos en la prensa, en páginas web y oímos en la televisión el uso del sustantivo género referido a personas o animales. Pero ¿las personas tenemos género o tenemos sexo?

Según la RAE, el sustantivo género «en gramática significa ‘propiedad de los sustantivos y de algunos pronombres por la cual se clasifican en masculinos, femeninos y, en algunas lenguas, también en neutros’»; y nos apunta que cuando se habla de la condición biológica que diferencia a los seres vivos entre masculinos y femeninos, «debe emplearse el término sexo». 

Por lo tanto, no deberíamos referirnos al sexo de las personas con el sustantivo género, pues realmente las palabras son las que tienen género y los seres vivos son los que tienen sexo. 


Sin embargo, la RAE nos dice que el uso del término género surgió durante los años setenta del siglo xx cuando aparecieron los movimientos feministas y se empleó el término inglés gender (como siempre, del inglés) con un sentido más específico que el mero significado biológico u orgánico. «Con el término género se alude a una categoría sociocultural que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, laboral, etc.». De ahí que sí podamos emplearlo en expresiones como «estudios de género, discriminación de género, violencia de género» y demás. 

La tilde de ti


Se puede decir más alto, pero no más claro: ti no lleva tilde.

Todos (o casi todos) lo sabemos. Ti jamás lleva tilde; ni la ha llevado antes ni la llevará nunca. Pero ¿sabemos todos cuál es la razón de por qué no la lleva?

Por un lado, en español tenemos una regla que dice que los monosílabos nunca llevan tilde; pero, por otro, tenemos muchos monosílabos que sí la llevan: sí, tú, té, dé, qué, quién... ¿Qué pasa entonces? Es aquí donde entra en escena una tilde que se llama diacrítica, que sirve para diferenciar los las categorías de las palabras monosílabas que suenan igual (de/dé, mas/más, mi/mí, si/sí, te/té, tu/tú, etc.). 

¿Por qué entonces el hablante se empeña tanto en ponerle tilde a ti? Ocurre que, por analogía con el posesivo , suele caer en la ultracorrección de ponerle tilde a ti, dado que por lógica se piensa que si  la lleva, ti debería llevarla también. Pero aquí es donde radica la confusión: el pronombre lleva tilde para diferenciarlo del adjetivo posesivo mi (mi perro/dímelo a mí). ¿Cuál es la diferencia entonces? El pronombre de segunda persona ti es diferente de su adjetivo posesivo correspondiente: tu. Por lo tanto no puede haber confusión y no debe llevar tilde (tu perro/te lo diré a ti).

jueves, 18 de febrero de 2016

El vocativo


Madre mía, otra palabreja...

¿Que qué es un vocativo? Es una marca del español que sirve para para dirigirnos a una persona o llamar su atención. Puede ser por su nombre, por un apelativo cariñoso o coloquial, o con una interjección. 

El vocativo SIEMPRE necesita ir acompañado de una coma: hay que separarlo del resto de la frase,  tanto si aparece al principio o al final de la frase, y entre comas si va en medio. Pensemos en él como si fuera un componente extra de la frase, un elemento del que podríamos prescindir, pues, si lo elimináramos, esta seguiría teniendo sentido. Ejemplos:

(1) Antonio, estás loco...
(2) A ver, Marta, lee la pregunta número cinco.
(3) Pero ¿qué dices, Pedro?
(4) Tío, deja de decir tonterías.
(5) Mi amor, recoge todos tus juguetes.
(6) ¡Eh, te estoy hablando a ti!

Amoto, arradio, afoto...


¿Han oído alguna vez a alguien decir palabras como amoto, afoto o arradio, sobre todo a personas mayores? 

El origen más posible de estos vulgarismos puede remontarse a finales del siglo xix, cuando empezaron a llegar a las localidades españolas una especie de bicicletas muy especiales que producían mucho ruido, expulsaban humo e iban a mayor velocidad que las convencionales sin tener que pedalear. Sin duda, los lugareños, boquiabiertos, tuvieron que haberse preguntado qué sería aquello. 


Al preguntarle al listo del pueblo, seguramente oyeron la secuencia /unamoto/. Así, aquellos señores, muy asombrados por aquel nuevo artefacto, al encontrarse con sus vecinos les contaron la novedad del día: «¿Has visto el amoto que ha pasado por el pueblo?». Quienes acababan de descubrir el invento ignoraban su nombre y, desde luego, su escritura; así que su conciencia lingüística obró por deducción automática y les dijo que si aquella palabra terminaba en o, tendría que ser masculina. Por ello, interpretaron la secuencia /unamoto/ como un amoto en lugar de una moto. Lo mismo ocurrió cuando nuestros lugareños escucharon por primera vez /unarradio/ y /unafoto/.


¿Por qué entonces esas palabras son femeninas si terminan en o? Porque son acortamientos de las palabras femeninas motocicleta; radiodifusión y fotografía.


Desconozco si este caso se da también en los demás países de habla hispana. ¿Qué pueden decirme?

miércoles, 17 de febrero de 2016

Repaso de términos gramaticales 2


Hola a todos.

Esta es la segunda parte de las entradas del repaso a los términos gramaticales que empezamos hace dos días, que serán la base sobre la que iremos construyendo las entradas siguientes del blog. 

Hoy veremos elementos de la oración desde el punto de vista del análisis sintáctico. Veremos qué era eso de sujeto, predicado, complemento directo, indirecto, circunstanciales, etc.; y también qué es un sintagma. 

Empecemos viendo cómo define sintagma el Diccionario de la lengua española (DLE): 'palabra o conjunto de palabras que se articula en torno a un núcleo y que puede ejercer alguna función sintáctica'. En otras palabras, es cada parte en la que se puede dividir una frase. Estas son sus clases:
  • Sintagma nominal. Su núcleo es un sustantivo o un pronombre. Aquella casa es azul; el perro es el mejor amigo del hombre.
  • Sintagma verbal. Su núcleo es un verbo. Vamos al cine; el libro está encima de la mesa.
  • Sintagma preposicional. Su núcleo es una preposición que va acompañada de otro sintagma (normalmente, nominal). La casa de madera; el príncipe se casó con la princesa. 
  • Sintagma adverbial. Su núcleo es un adverbio. Lo entendió rápidamente; el barco entró muy despacio en el puerto. 
  • Sintagma adjetival. Obviamente, su núcleo es un adjetivo. Me gustan las novelas románticas; esas flores son muy bonitas.
Sigamos ahora con los diferentes complementos y partes que pueden conformar una oración, empezando por los más fáciles: el sujeto y el predicado.
  • El sujeto. Seguramente, muchos de ustedes se acordarán de qué es el sujeto. Es quien realiza la acción de la frase:
(1) La casa es blanca.
(2) Yo me llamo Gerardo.
(3) Antonio y Paula están de vacaciones.
(4) (Nosotros) queremos comer manzanas. 
  • El predicado es el resto de la frase, donde se encuentran el verbo y los complementos.
(5) La casa es blanca.
(6) Yo me llamo Gerardo.
(7) Antonio y Paula están de vacaciones.
(8) [Nosotros] queremos comer manzanas.

Sigamos ahora con algunos de los demás complementos que tenemos en español, aunque solamente veremos los tres más comunes.
  • El complemento directo. Es, básicamente, el objeto sobre el que recae de forma directa la acción de los verbos transitivos ('que llevan complemento directo'). Normalmente se construye sin preposición, como (9) y (10), excepto cuando este se refiere a una persona o un ser animado, que se construye generalmente con la preposición a, como (11) y (12):
(9) Quiero comer manzanas.
(10) He pintado la casa.
(11) Esperaré a mi madre en el supermercado.
(12) Ayer vi a tu gato en la calle.
  • El complemento indirecto es quien se beneficia o quien sale perjudicado con la acción del verbo (que, en este caso, se llama intransitivo). Normalmente suele referirse a personas o seres animados y suele ir introducido por la preposición a:
(13) Le he comprado flores a mi madre.
(14) El cartero le entregó un paquete a María.
  • Y, por último, los complementos circunstanciales. Mayormente, son los que nos dicen cómo, cuándo, dónde, de qué forma, por qué, etc., se realiza la acción. Pueden ser:
    • De tiempo: hoy, ayer, dentro de una hora, mañana por la noche.
    • De lugar: aquí, allá, dentro, cerca de la universidad, fuera de la casa.
    • De modo: lo hice así; acabé muy cansado; me lo sé de memoria.
    • De causa: no vino porque está enferma; no he podido llegar antes a causa de la lluvia.
    • De finalidad: he venido para decirte algo; compró flores para regalárselas a su madre. 
    • De compañía: vine con mi hermano; vivo con mis padres; me encanta estar con mis amigos.
    • De cantidad: me interesan mucho las matemáticas; siempre hablas demasiado; ese libro me ha costado 15 euros.
No es mi propósito dar una clase extensa sobre análisis sintáctico ni hablar de todas las clases de complementos que hay. Solo pretendo que esto sea un repaso de las formas más comunes y de los términos que nos iremos encontrando a partir de ahora para que no nos suenes a chino los términos que iremos viendo. Nos vemos en la siguiente entrada.

再见!