El uso principal de los puntos suspensivos es el de indicar vacilaciones, pausas e interrupciones en oraciones o discursos y expresar duda, temor, vacilación o suspense; asimismo, también se usan cuando queremos dejar una frase sin terminar.
(1) No sé qué hacer… ¿Voy o no voy?
(2) A quien madruga… Ya sabes, así que levántate ya.
(3) Me gustaría saber si… No sé… ¿Te gustaría ir al cine conmigo?
Si queremos que el personaje de una historia insinúe un taco:
(4) ¡Vete a la m…!
(5) ¡Eres un hijo de…!
También pueden usarse con el mismo sentido que la palabra etcétera en enumeraciones abiertas:
(6) Me gusta leer, pintar, ver la tele, pasear…
OJO. Es mejor no combinarlos con etcétera. Se considera que resulta redundante:
(7) Me gusta leer, pintar, ver la tele, pasear, etc.…
Los puntos suspensivos pueden combinarse con otros signos de puntuación, como la coma, el punto y coma, los dos puntos y los cierres de interrogación y exclamación. Pero nunca se deja espacio de separación:
(8) Cuando termine de arreglar el freno, los faros, la palanca de cambios…, tendrás tu coche en condiciones.
Los situaremos delante de los signos de cierre de interrogación o de exclamación si la frase está inacabada:
(9) ¿Por qué has…? Eres un egoísta, solamente piensas en ti.
En cambio, si está completo, hay que escribirlos detrás y sin espacio de separación:
(10) Ya está aquí. ¿Se habrá acordado de comprar el queso?… Espero que sí.
Si lo que sigue a los puntos suspensivos sigue siendo la misma frase, debemos seguir con minúscula:
(11) La verdad es que… no sé qué hacer.
En cambio, si la frase siguiente es distinta, hay que empezarla con mayúscula.
(12) Me quedé estupefacto… No podía creérmelo.
Su uso en un diálogo es cuando un personaje está hablando y otro lo interrumpe:
—¿A qué viene esto? No entiendo por qué…
—¡Deja ya de hacerte el tonto! Sí que lo sabes.
Regla de oro: los puntos suspensivos SOLO son tres. No son dos, cuatro, ni cinco, ni seis, ni veinte, como solemos ver en Internet. Los puntos suspensivos solo son tres.