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martes, 23 de febrero de 2016

Dijistes

15:14 Posted by Unknown , , , No comments


Nos pasa que al escuchar siempre el mismo error que terminamos por no darnos cuenta de que realmente es un error y empezamos a perpetuarlo.


Eso es lo que ocurre con la segunda persona del singular del pretérito indefinido dijiste, viste o trajiste, que nunca lleva s al final. Todos lo hemos estudiado en el colegio, pero ¿qué ocurre si constantemente escuchamos en la calle dijistes, vistes» o trajistes y nadie nos dice que están mal? Que vamos a empezar a pronunciarlo con una s final.

Este vulgarismo ya se daba desde tiempos de Cervantes, pero a pesar de lo dilatado de su historia no se ha aceptado nunca. ¿Por qué el hablante entonces añade una s a ese tiempo verbal? Por algo que se llama analogía. La RAE la define como una 'relación de semejanza entre cosas distintas' (http://goo.gl/t5EbsP). Con la excepción del imperativo (canta), todas las segundas personas del singular del paradigma verbal español llevan una s final: cantas, cantabas, cantarás, cantarías, cantes, cantaras, cantases, cantares. Por lo tanto, lo más lógico para el hablante que no recuerde que cantaste no la lleva es colocarle una s final al pretérito indefinido, puesto que todos los demás tiempos sí la llevan.

Pero ¿por qué es diferente ese tiempo en concreto? Porque en latín poseía unas desinencias diferentes de las de los demás tiempos verbales.

jueves, 18 de febrero de 2016

Amoto, arradio, afoto...


¿Han oído alguna vez a alguien decir palabras como amoto, afoto o arradio, sobre todo a personas mayores? 

El origen más posible de estos vulgarismos puede remontarse a finales del siglo xix, cuando empezaron a llegar a las localidades españolas una especie de bicicletas muy especiales que producían mucho ruido, expulsaban humo e iban a mayor velocidad que las convencionales sin tener que pedalear. Sin duda, los lugareños, boquiabiertos, tuvieron que haberse preguntado qué sería aquello. 


Al preguntarle al listo del pueblo, seguramente oyeron la secuencia /unamoto/. Así, aquellos señores, muy asombrados por aquel nuevo artefacto, al encontrarse con sus vecinos les contaron la novedad del día: «¿Has visto el amoto que ha pasado por el pueblo?». Quienes acababan de descubrir el invento ignoraban su nombre y, desde luego, su escritura; así que su conciencia lingüística obró por deducción automática y les dijo que si aquella palabra terminaba en o, tendría que ser masculina. Por ello, interpretaron la secuencia /unamoto/ como un amoto en lugar de una moto. Lo mismo ocurrió cuando nuestros lugareños escucharon por primera vez /unarradio/ y /unafoto/.


¿Por qué entonces esas palabras son femeninas si terminan en o? Porque son acortamientos de las palabras femeninas motocicleta; radiodifusión y fotografía.


Desconozco si este caso se da también en los demás países de habla hispana. ¿Qué pueden decirme?