Con respecto al gerundio de
posterioridad cabe matizar que es correcto su uso cuando se sobreentiende una relación
causal, consecutiva o concesiva con respecto a la frase principal. La Nueva
Gramática de la lengua española de la RAE nos da dos buenos ejemplos:
(1) Los cartagineses lo
atacaron, obligándole a refugiarse en una torre, a la que luego le prendieron
fuego.
(2) Alba se la arrebató de la
mano de un zarpazo y la lanzó contra la pared, haciéndola añicos.
La RAE también nos habla de
que gracias a que el gerundio tiene la capacidad de unirse al verbo sin necesidad de un nexo,
este puede añadir una segunda idea a la del verbo principal, por lo que «es inevitable
la posterioridad».
(3) Abandonó la reunión quedándose
con las ganas de haber intervenido.
(4) La rica anciana murió dejándoles
toda su fortuna a sus gatos.